Domingo, de nuevo en marcha, esta vez hacia el Occidente. El paisaje va cambiando sutilmente, los tejados de las casas se vuelven de pizarra, las iglesias se apuntan y la costa combina impresionantes acantilados y hermosas playas. Allí, a los pies del faro del cabo de San Agustín, encontramos un pequeño tesoro; la cala de Arnielles.
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